viernes, 30 de noviembre de 2012

Abuelos

Edward Stott: En el campo, 1882

Giorgios Iakovides

Nikolaos Gysis

Ferdinand Georg Waldmuller

Gaetano Bellei

Theodore Gerard

Frederick Morgan, (1847–1927): Ayudando al abuelo

Frederick Morgan: El cumpleaños del abuelo

Frederick Morgan

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Lo infinito

Caspar D. Friedrich, (1774–1840): Caminante sobre un mar de nubes

Amé siempre esta colina,
y el cerco que me impide ver
más allá del horizonte.
Mirando a lo lejos los espacios ilimitados,
los sobrehumanos silencios y su profunda quietud,
me encuentro con mis pensamientos,
y mi corazón no se asusta.

Escucho los silbidos del viento sobre los campos,
y en medio del infinito silencio tanteo mi voz:
me subyuga lo eterno, las estaciones muertas,
la realidad presente y todos sus sonidos.
Así, a través de esta inmensidad se ahoga mi pensamiento:
y naufrago dulcemente en este mar.

Giacomo Leopardi, 1798-1837.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Casablanca

El 26 de noviembre de 1942, en el Teatro Hollywood de Nueva York, y sin mucho boato, teniendo en cuenta que medio mundo estaba inmerso en la Segunda Guerra Mundial, se proyectó por primera vez una de las películas más aclamadas de la historia, Casablanca. De eso se cumplen hoy 70 años. 

Humphrey Bogart, Claude Rains, Ingrid Bergman y Paul Henreid.
No fue una première de campanillas. En realidad, el estreno oficial estaba previsto para la primavera siguiente, pero en los primeros días de noviembre la ciudad de Casablanca había caído en manos aliadas y nadie hablaba de otra cosa. Así que los productores decidieron hacer un pase ese 26 de noviembre para mostrar la película. 

El proyecto de Casablanca se empezó a gestar el 8 de diciembre de 1941, al día siguiente del ataque japonés contra Pearl Harbour, el hito que marcó la entrada de Estados Unidos en la guerra. Los autores de la obra de teatro en la que se basa la película le mandaron una copia del libreto a Warner que, como todas las grandes productoras, andaba a la caza de material para producir filmes patrióticos. Warner se lo mostró a la oficina creada por la Casa Blanca para apoyar y financiar películas que «ayudaran a ganar la guerra». Ésta escribió un informe en el que aplaudía, entre otras cosas, que Casablanca mostrara a «Estados Unidos como refugio para los oprimidos» y que el personaje de Humphrey Bogart (Rick) hubiera luchado contra el fascismo en la Guerra Civil Española

La película se rodó en un tiempo récord, tuvo su première neoyorquina y su estreno oficial en la primavera de 1943, como estaba previsto. Y en la siguiente gala de los Óscar se llevó tres estatuillas: mejor película, mejor director y mejor guión. 

Setenta años después, Casablanca sigue siendo una de esas películas imprescindibles en cualquier videoteca. Tanto que el American Film Institute la ubicó en el primer puesto de un ranking que enumera las mejores historias de amor del cine. Y también como una de las películas con mejores frases de la historia del cine. 

(Fuente: hoyciema.com)

Curiosidades:

- El tema "As time goes by" no fué creado para la película, sino que es de una década anterior.

- La frase "tócala otra vez", no se pronuncia en la película ni una sola vez.

- Ingrid Bergman era alta, 1.80 centímetros, frente a los 1.60 de Bogart, así que en las escenas en que aparecen juntos, él lo hace subido a una plataforma.

- Al comenzar el reodaje, ni siquiera los actores protagonistas conocían el final definitivo del guión.

sábado, 24 de noviembre de 2012

El bosque se iba haciendo alarde


Richard Bergh: Tarde de verano nórdica, 1890.

Me están mirando en tus ojos
los ángeles del instante,
los ángeles que han perdido
la memoria al contemplarse.

Me estoy reuniendo en tus brazos;
te siento casi quemándome;
arden el tronco y las ramas
pero las hojas no arden.

Estamos juntos, sin vernos,
repetidos y distantes,
juntos pero no vividos,
tristemente naturales.

(Luis Rosales) 

Clarence F. Underwood

Childe Hassam, (1859-1935): "Listening to the Orchard Oriole"

martes, 20 de noviembre de 2012

Tolstoi

Mikhail Nesterov: Tolstoi.


Se cumplen hoy 102 años de la muerte del escritor ruso León Tolstoi. Quizá sea uno de los autores más retratados por pintores del XIX.

Iván Kramskói: Leov Tolstoi, 1873

"Sólo las personas capaces de amar profundamente pueden experimentar dolores también profundos; pero esa misma necesidad de amar sirve de contrapeso al dolor y las cura. De ahí que la naturaleza moral del hombre sea más resistente que la naturaleza física. El dolor nunca mata".


Nikolai Gue: Retrato de León Tolstoi, 1884

Ilya Repin: León Tolstoi, 1828-1910

Ilya Repin: Tolstoi, 1901

"No se vive sin la fe. La fe es el conocimiento del significado de la vida humana. La fe es la fuerza de la vida. Si el hombre vive es porque cree en algo".

Ilya Repin: Tolstoi leyendo, 1891

"Mi felicidad consiste en que sé apreciar lo que tengo y no deseo con exceso lo que no tengo".

Leonid Pasternak, (1862-1945): Tolstoi

Ilya Repin: León Tolstoi en su estudio, 1891

Leonid Pasternak (1862-1945): León Tolstoi, 1908

"El arte es uno de los medios de comunicación entre los hombres".


B. Meshkov: León Tolstoi

Ilya Repin: León Tolstoi

"¿Cuál es, pues, esa extraña expresión de la belleza, que tan sencilla parece a los que de ella hablan sin conocimiento de causa, pero que nadie llega a definir, desde hace ciento cincuenta años, lo cual no impide que todos los estéticos funden en ella todas sus doctrinas de arte?"

Leonid Pasternak, 1862-1945: León Tolstoi

lunes, 19 de noviembre de 2012

Praga

Yuriy Shevchuk: Praga

Ofrenda a los lares (1895)

En la vieja casa, libre ante mí
diviso Praga entera a la redonda;
al fondo, silencioso y quedo el paso,
pasa de largo la hora honda del crepúsculo.

La ciudad se desvanece como detrás de una luna.
Alta sólo, al modo de un gigante empenachado,
se alza ante mí la cúpula verdosa
de la Torre de San Nicolás.

Ya parpadea aquí y allá una luz
lejana sobre el denso fragor ciudadano.
Para mí es como si en la vieja casa
ahora una voz me dijera “Amén”.


Rainer María Rilke, (Praga, 1875 - Suiza, 1926).

viernes, 16 de noviembre de 2012

La buena novela

En este caso será Gillermo Urbizu quien nos hable de un libro.

LA BUENA NOVELA, de Laurence Cossé 
        (Insistiré en ella las veces que haga falta)

He aquí una buena novela. He aquí la novela que a uno le hubiera gustado escribir. Porque aquí está mi mundo. La buena gente, los libreros y librerías, las
interminables conversaciones, escritores y libros a mansalva. He aquí una gran novela que en poco tiempo he leído ya dos veces. Porque engancha, porque me cuenta con cariño y perspicacia de todo eso que a mí me importa. Recuerdo que comencé a leer la novela -La Buena Novela-en la cocina (hacía frío, y puse la calefacción en marcha). Y ya no pude parar. Todos esos personajes que leen y leen y leen, que aman los libros con inaudita pasión. Esa es la verdadera aventura. De la mano de la belleza y elegancia de Francesca, y de la voluntad de trabajo de Ivan. Los dos socios de ese desafío -entre tanto paleto materialista y escéptico angustioso- que es siempre una nueva librería, situada en esta ocasión en el mismo centro de París: La Buena Novela.

Es un libro de amor, eso está claro (con su pasión y su drama e intriga). Amor: esa constante búsqueda, esas miradas y esa desazón. Y amor por la lectura. Amor a la literatura. Amor a la novela. Y amor a la humanidad. En la página 81 recojo esta perla -toda La buena novela está plagada de perlas-: “De todas las cosas para las que sirve la literatura (…) una de las más gratificantes es la de conseguir que personas hechas para entenderse se reconozcan entre ellas y entablen comunicación”. En busca -¡el amor, el amor!- de la librería perfecta (“aquella que no venda más que buenas novelas”). En busca de la excelencia... Desde luego esta novela es muchas cosas. Y no la menos importante es la crítica mordaz (explícita e implícita) a la propia crítica literaria, a la fría mercadotecnia del negocio, al mundillo cultural plagado de poses y vanidades y mentiras. “El cinismo del comercio”. Todo ese cúmulo de falsos prestigios y literatura banal.

Y el lector-lector, el lectorenamoradodelasbuenasnovelas, queda inevitablemente prendado (en la novela y en su realidad). Pero la búsqueda de la excelencia levanta envidias y suspicacias. Por parte, claro, de los mediocres y más memos. Se ven señalados. Y eso les resulta insoportable, les asusta. Y comienzan los ataques. Mientras, Francesca y “Van”, y su comité secreto de escritores, de cuyas listas de las mejores novelas se nutre la librería, y su legión de admiradores y fieles clientes que sólo esperaban una señal así de drástica y pura, siguen leyendo con entusiasmo y defendiendo ese bastión. ¡Fuera todos esos tomos de naderías, todas esas sistemáticas y asfixiantes y triviales novedades! El éxito estaba asegurado. De hecho durante unos cuantos meses no se hablaba de otra cosa que de esa pequeña y atrevida librería. Pero entonces…

Pues eso, lo de siempre. Esa viscosidad sinuosa que es el mal manipula, ataca, escupe, difama. Y la defensa de Francesca e Ivan -y demás amigos- adquiere tintes épicos, porque es preciso resistir. Cada lector debe de hacerlo. Por ejemplo, Francesca escribe un artículo precioso para la prensa, que me parece resume espléndidamente la médula de toda esta maravillosa novela de Lauréese Cossé (editada primorosamente en español por Impedimenta y traducida por Isabel González-Gallarza). Dice Francesca cosas como las siguientes: “Pero esas novelas magistrales hacen mucho bien. Embelesan. Ayudan a vivir. Instruyen. Se ha convertido en algo necesario defenderlas y promoverlas sin tregua (…). Reclamamos libros necesarios. (…) No necesitamos libros insignificantes, libros huecos, libros confeccionados para gustar. No queremos libros escritos sin mimo, deprisa y corriendo. (…) Queremos libros escritos para nosotros que dudamos de todo, que lloramos por nada, que nos sobresaltamos por el más mínimo ruido. (…) Queremos buenas novelas. Queremos libros que no eludan nada de lo trágico de la condición humana ni de las maravillas cotidianas; libros que nos devuelvan el aire a los pulmones”. Decidme: ¿no os parece extraordinario? ¿No os parece que esta es la novela que estabais esperando?

Y la autora va tejiendo su prodigio. Y el lector quisiera que no terminara nunca. Verdaderamente una espléndida novela de amor. Una buena novela.

No sé a vosotros, pero a mí me ha convencido.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Nueva York

Aunque sólo he leído las primeras 200 páginas de esta novela de Edward Rutherfurd, estoy en condiciones de decir que me entusiasma y que me ha atrapado desde la página 1.

Nueva York nos cuenta la historia de la ciudad desde el año 1664 hasta el 11 de septiembre del 2001. El hilo argumental es la vida de varias generaciones de familias holandesas, inglesas, alemanas... que acudieron a América del Norte con los primeros colonos, con sus conflictos culturales, religiosos e ideológicos.

Jasper Cropsey: Hudson River.

Es un libro muy ameno, y aunque se apoye en la vida de algunos personajes ficticios, mezclados con otros que sí existieron, ayuda a conocer y profundizar en las raíces de Nueva York.

La descripción de cómo comenzaron a existir las principales arterias de la hoy "Gran Manzana", el origen de sus nombres;  las casas de los primeros colonos, sus edificaciones... cómo eran en sus comienzos, resulta fantástica.

Érase una vez Long Island, (1661).

Este vídeo con un fragmento de la Suite "América" de Dvorak e imágenes de Albert Bierstadt y Martin Johnson Heade ilustran muy bien las páginas que relatan los hechos vividos en el siglo XVII: el intercambio comercial con los indios a través del río Hudson, las caravanas en busca de un lugar adecuado donde asentarse, el descubirmiento de paisajes y fauna distinta a la de la vieja Europa. Al menos yo lo imagino así:

domingo, 11 de noviembre de 2012

Pensar en lo infinito

Albert Lynch, (1851-1912): Elegante.
¿No habéis encontrado nunca en vuestra vida una mujer que os ha hechizado durante un momento y que luego ha desaparecido? Estas mujeres son como estrellas que pasan rápidas en las noches sosegadas del estío. Habréis encontrado una vez, en un balneario, en una estación, en una tienda, en un tranvía, una de esas mujeres cuya vista es como una revelación, como una floración repentina y potente que surge desde el fondo de vuestra alma. Tal vez esta mujer no es hermosa; las que dejan más honda huella en nuestro espíritu no son las que nos deslumbran desde el primer momento... 

Vosotros entráis en un vagón del ferrocarril u os sentáis junto al mar en un balneario; después vais mirando a las personas que están junto a vosotros. He aquí una mujer rubia, vestida de negro, en quien vosotros no habéis reparado al sentaros. Examinadla bien: los minutos van pasando; las olas van y vienen mansamente; el tren cruza los campos. Examinadla bien: posad los ojos en su pelo, en su busto, en su boca, en su barbilla redondeada y fina. Y ved cómo vais descubriendo en ella secretas perfecciones, cómo va brotando en vosotros una simpatía recia e indestructible hacia esta desconocida que se ha aparecido momentáneamente en vuestra vida. 

Y será sólo un minuto; esta mujer se marchará; quedará en vuestra alma como un tenue reguero de luz y de bondad; sentiréis como una indefinible angustia cuando la veáis alejarse para siempre. ¿Por qué? ¿Qué afinidad había entre esa mujer y vosotros? ¿Cómo vais a razonar vuestra tristeza? No lo sabemos; pero presentimos vagamente, como si bordeáramos un mundo desconocido, que esta mujer tiene algo que no acertamos a explicar, y que al marcharse se ha llevado algo que nos pertenece y que no volveremos a encontrar jamás. 

Yo he sentido muchas veces estas tristezas indefinibles; era muchacho; en los veranos iba frecuentemente a la capital de la provincia y me sentaba largas horas en los balnearios, junto al mar. Y yo veía entonces, y he visto luego, algunas de estas mujeres misteriosas, sugestionadoras, que, como el mar azul que se ensancha ante mi vista, me hacía pensar en lo Infinito. 

José Martínez Ruiz, (Alicante, 1874- Madrid, 1967), Azorín. Las confesiones de un pequeño filósofo. Capítulo XL

sábado, 10 de noviembre de 2012

Caracola

Karl Gussow (1843-1907): El sonido del mar.

Me han traído una caracola.
Dentro le canta
 un mar de mapa.
 Mi corazón
 se llena de agua
con pececillos
de sombra y plata.
 Me han traído una caracola.

Federico García Lorca

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Le llamaron loca

Francisco Pradilla y Ortiz, (1848-1921): Doña Juana la loca, 1877.

Lorenzo Vallés: La demencia de doña Juana, 1867

martes, 6 de noviembre de 2012

Antonio Machado y Baeza

Se cumplen cien años de la llegada de Antonio Machado a Baeza, donde fue profesor de francés en su instituto. Baeza, ciudad de sabor renacentista; más castellana que andaluza, ha querido conmemorar este acontecimiento con numerosos eventos culturales y dando a conocer la figura del escritor sevillano a través de la web Cien años de un encuentro.


Dejo aquí este poemas, que tan bien refleja a Baeza y su entorno. Y es que a la vuelta de cien años, hay lugares y costumbres que no han cambiado tanto. El tiempo,  siempre el paso del tiempo...

MEDITACIONES RURALES

Heme aquí ya, profesor
de lenguas vivas (ayer
maestro de gay-saber,
aprendiz de ruiseñor)
en un pueblo húmedo y frío,
destartalado y sombrío,
entre andaluz y manchego.
Invierno. Cerca del fuego.
Fuera llueve un agua fina,
que ora se trueca en neblina,
ora se torna aguanieve.
Fantástico labrador,
pienso en los campos. ¡Señor,
qué bien haces! Llueve, llueve
tu agua constante y menuda
sobre alcaceles y habares,
tu agua muda,
en viñedos y olivares.
Te bendecirán conmigo
los sembradores del trigo;
los que viven de coger
la aceituna;
los que esperan la fortuna
de comer;
los que hogaño,
como antaño,
tienen toda su moneda
en la rueda,
traidora rueda del año.
¡Llueve, llueve; tu neblina
que se torne en aguanieve,
y otra vez en agua fina!
¡Llueve, Señor, llueve, llueve!

En mi estancia, iluminada
por esta luz invernal,
—la tarde gris tamizada
por la lluvia y el cristal—,
sueño y medito.
              Clarea
el reloj arrinconado,
y su tic-tic, olvidado
por repetido, golpea.
Tic-tic, tic-tic... Ya te he oído.
Tic-tic, tic-tic... Siempre igual,
monótono y aburrido.
Tic-tic, tic-tic, el latido
de un corazón de metal.
En estos pueblos, ¿se escucha
el latir del tiempo? No.
En estos pueblos se lucha
sin tregua con el reló,
con esa monotonía,
que mide un tiempo vacío.
Pero ¿tu hora es la mía?
¿Tu tiempo, reloj, el mío?
(Tic-tic, tic-tic)... Era un día
(tic-tic, tic-tic) que pasó,
y lo que yo más quería
la muerte se lo llevó.

Lejos suena un clamoreo
de campanas...
Arrecia el repiqueteo
de la lluvia en las ventanas.
Fantástico labrador,
vuelvo a mis campos. ¡Señor,
cuánto te bendecirán
los sembradores del pan!
Señor, ¿no es tu lluvia ley,
en los campos que ara el buey,
y en los palacios del rey?
¡Oh, agua buena, deja vida
en tu huida!
¡Oh, tú, que vas gota a gota,
fuente a fuente y río a río,
como este tiempo de hastío
corriendo a la mar remota,
con cuanto quiere nacer,
cuanto espera
florecer
al sol de la primavera,
sé piadosa,
que mañana
serás espiga temprana,
prado verde, carne rosa,
y más: razón y locura
y amargura
de querer y no poder
creer, creer y creer!

Anochece;
el hilo de la bombilla
se enrojece,
luego brilla,
resplandece,
poco más que una cerilla.
Dios sabe dónde andarán
mis gafas... entre librotes,
revistas y papelotes,
¿quién las encuentra?... Aquí están.
Libros nuevos. Abro uno
de Unamuno.
¡Oh, el dilecto,
predilecto
de esta España que se agita,
porque nace o resucita!
Siempre te ha sido, ¡oh Rector
de Salamanca!, leal
este humilde profesor
de un instituto rural.
Esa tu filosofía
que llamas diletantesca,
voltaria y funambulesca,
gran Don Miguel, es la mía.
Agua del buen manantial,
siempre viva,
fugitiva;
poesía, cosa cordial.
¿Constructora?
—No hay cimiento
ni en el alma ni en el viento.—
Bogadora,
marinera,
hacia la mar sin ribera.
Enrique Bergson: Los datos
inmediatos
de la conciencia. ¿Esto es
otro embeleco francés?
Este Bergson es un tuno;
¿verdad, maestro Unamuno?
Bergson no da como aquel
Immanuel
el volatín inmortal;
este endiablado judío
ha hallado el libre albedrío
dentro de su mechinal.
No está mal:
cada sabio, su problema,
y cada loco, su tema.
Algo importa
que en la vida mala y corta
que llevamos
libres o siervos seamos;
mas, si vamos
a la mar,
lo mismo nos han de dar.
¡Oh, estos pueblos! Reflexiones,
lecturas y acotaciones
pronto dan en lo que son:
bostezos de Salomón.
¿Todo es
soledad de soledades,
vanidad de vanidades,
que dijo el Eclesiastés?
Mi paraguas, mi sombrero,
mi gabán... El aguacero
amaina... Vámonos, pues.

Es de noche. Se platica
al fondo de una botica.
—Yo no sé,
Don José,
cómo son los liberales
tan perros, tan inmorales.
—¡Oh, tranquilícese usté!
Pasados los carnavales,
vendrán los conservadores,
buenos administradores
de su casa.
Todo llega y todo pasa.
Nada eterno:
ni gobierno
que perdure,
ni mal que cien años dure.
—Tras estos tiempos, vendrán
otros tiempos y otros y otros,
y lo mismo que nosotros
otros se jorobarán.
Así es la vida, Don Juan.
—Es verdad, así es la vida.
—La cebada está crecida.
—Con estas lluvias...
                   Y van
las habas que es un primor.
—Cierto; para marzo, en flor.
Pero la escarcha, los hielos...
—Y además, los olivares
están pidiendo a los cielos
agua a torrentes.
                —A mares.
¡Las fatigas, los sudores
que pasan los labradores!
En otro tiempo...
                —Llovía
también cuando Dios quería.
—Hasta mañana, señores.

Tic-tic, tic-tic... Ya pasó
un día como otro día,
dice la monotonía
del reló.

Sobre mi mesa Los datos
de la conciencia, inmediatos.
No está mal
este yo fundamental,
contingente y libre, a ratos,
creativo, original;
este yo que vive y siente
dentro la carne mortal
¡ay! por saltar impaciente
las bardas de su corral.

Baeza, 1913.