viernes, 31 de diciembre de 2010

viernes, 24 de diciembre de 2010

De cómo vino la oración al mundo

A todos los amigos que pasáis por este blog y dejáis vuestros mensajes.
A los conocidos y a los desconocidos. Gracias por vuestra visita.
A todos: ¡Feliz Navidad!



De lirio en oración, de espuma herida
por el paso del alba silenciosa;
de carne sin pecado en la gozosa
contemplación del niño sorprendida;

de nieve que detiene su caída
sobre la paja que al Señor desposa;
de sangre en asunción junto a la rosa
del virginal regazo desprendida;

de mirar levantado hacia la altura
como una fuente con el agua helada
donde el gozo encontró recogimiento;

de manos que juntaron su hermosura
para calmar, en la extensión nevada,
su angustia al hombre y su abandono al viento.

(Luis Rosales)

jueves, 16 de diciembre de 2010

La voz de su amo


Plasmabas en el lienzo a Maya Plisetskaya. Yo te miraba absorta mientras las dos escuchábamos “la muerte del cisne”. ¿Acaso la música guiaba tu pincel?
La aguja del tocadiscos marcaba el final, mientras el disco seguía girando a la espera de poner “la cara b”.
Tú no dejabas de pintar y yo, de puntillas, para no romper el hechizo de tu brazo volvía la aguja al principio.
Hoy, que ya no estás, contemplo el cuadro terminado (como si una obra de arte se pudiese concluir). Y como si no hubiesen pasado 30 años, me llega el olor del óleo de tu paleta, la caja abierta repleta de pinceles y pinturas, y el sonido inconfundible del vinilo que marcó la banda sonora de mi infancia.

© P. Vidal. (Texto).

lunes, 13 de diciembre de 2010

Retrato



Esta es mi cara y ésta es mi alma: leed.
Unos ojos de hastío y una boca de sed...
Lo demás, nada... Vida... Cosas... Lo que se sabe...
Calaveradas, amoríos... Nada grave,
Un poco de locura, un algo de poesía,
una gota del vino de la melancolía...
¿Vicios? Todos. Ninguno... Jugador, no lo he sido;
ni gozo lo ganado, ni siento lo perdido.
Bebo, por no negar mi tierra de Sevilla,
media docena de cañas de manzanilla.
Las mujeres... -sin ser un tenorio, ¡eso no!-,
tengo una que me quiere y otra a quien quiero yo.

Me acuso de no amar sino muy vagamente
una porción de cosas que encantan a la gente...
La agilidad, el tino, la gracia, la destreza,
más que la voluntad, la fuerza, la grandeza...
Mi elegancia es buscada, rebuscada. Prefiero,
a olor helénico y puro, lo "chic" y lo torero.
Un destello de sol y una risa oportuna
amo más que las languideces de la luna
Medio gitano y medio parisién -dice el vulgo-,
Con Montmartre y con la Macarena comulgo...
Y antes que un tal poeta, mi deseo primero
hubiera sido ser un buen banderillero.
Es tarde... Voy de prisa por la vida. Y mi risa
es alegre, aunque no niego que llevo prisa.
-

miércoles, 8 de diciembre de 2010

El tren equivocado


De todo esto yo soy el único que parte.
César Vallejo

A través de este cristal que huye
a tantos kilómetros por hora,
con la frente apoyada sobre el fresco rocío matinal
para calmar la fiebre que me abruma,
desfilan los paisajes más extraños.

Una loca sombrilla boca arriba
que gira como un trompo sobre el verde.
Un insólito desfile de modelos
que lucen sus vestidos de campiña
con florcitas celestes y volados azules.

En una pasarela ornamentada por blancas siemprevivas
las muchachas caminan con el sexo apretado
y sus piernas dibujan una coreografía
definitivamente inalcanzable.

Un señor que parece despachante de aduana
con sombrero de copa y moño negro al cuello
increpa a un heladero en su triciclo.
En un cielo tan frágil
se asoma una bandada de helicópteros negros.
Cómo extraño la niebla que cubría a Helsinki
ocultando los coches de alquiler
yermos de pasajeros.
Una cabalgadura necesito
para poder atravesar el parque helado.

Si al menos estuvieran tus ojos esta tarde.
Recuérdame la lluvia sobre los dulces charcos
donde las ranas cantan.
Aspira la fragancia del jazmín del cielo
y tráela hasta aquí
donde manda el crepúsculo.

No me olvides.
Yo soy aquél que jugaba a despedirse
como un valiente Aníbal
pero después temblaba de frío en el destierro.
Esta carne maldita me condena.
Lávame las heridas con tus pequeñas manos.
Me perdí en la estación del mediodía
y me subí al tren equivocado.
Cuando quise bajarme, fue imposible,
y sólo pude ver
un baile de pañuelos que decían adiós.
Únicamente desde tu corazón
puede salir la orden
que cancele este viaje inexplicable.

(De Eterna marea, 1998)
Guillermo Lombardía / El tren equivocado y cinco poemas má
s.