martes, 21 de mayo de 2013

Aires de Oriente

Anders Zorn: Las señoritas Salomon, 1888
Elisabeth Stechele-Maurer
Fra Dana: El desayuno
Giuseppe De Nittis Kimono naranja, 1884
Joseph DeCamp: Kimono azul
George Hendrik Breitner, 1857–1923
Fernand Toussaint, (Bélgica, 1873-1955): Joven contemplando un cuadro de Fragonard
George Hendrik Breitner, (1857–1923): El kimono rojo
George Hendrik Breitner: Niña con kimono blanco, 1894
George Hendrik Breitner, (1857–1923)
Pedro Sáenz y Sáenz
Xue Yanqun
Mary Brewster Hazelton: La japonesa

domingo, 19 de mayo de 2013

Pierre Bonnard

Pierre Bonard, (Francia, 1867-1947): Primavera, 1940
La habitación del desayuno, 1931. Museo de Arte Moderno Nueva York
Puerto de Cannes, 1926
El mantel de cuadros
 Sitio del Museo Bonnard.
Movimiento artístico Nabi.


miércoles, 15 de mayo de 2013

De Madriz al cielo

 A san Isidro

Túrbase el sol, su luz se eclipsa cuanta
medroso esparce hasta el segundo oriente.
El viento con suspiros se levanta;
présaga España su desdicha siente:
y en tanta confusión, en pena tanta 
Filipo al fatal golpe está obediente:
¡Oh justo llanto, oh justo sentimiento!
Tema España, el sol llore, gima el viento.
 

Francisco de Goya y Lucientes: La ermita de san Isidro

Mas cese el sentimiento, cese el llanto,
y en vez, España, de funesto luto, 
fiestas publica, que te ensalce cuanto
te oprimió de los ojos el tributo;
pues ya Madrid piadosa a Isidro santo
vuelve a sus campos a coger el fruto
que sembró de piedad y desengaños 
al fin dichoso de quinientos años.

 
Francisco de Goya y Lucientes: La Pradera de san Isidro, 1788

Ya más gloriosa con humilde celo
vuelve, piadosa al Labrador divino,
a ver el prado, el río, fuente y suelo,
donde a la tierra y cielo abrió camino, 
porque de nuevo en ella olbligue al cielo,
en tanto que su Rey sujeto es dino
a su piedad, volviendo a su porfía
Sol a España, al sol luz, a la luz día.

 
Francisco de Goya y Lucientes: El parasol

Dichosa, insigne villa, y más dichosa 
cuanto por más piadosa te señalas,
vuele tu fama al viento licenciosa;
sirviendo a tu piedad de amor las alas,
vive, ¡oh! más que la muerte poderosa,
pues no sólo el arado al cetro igualas, 
pero aun exceden por divinas leyes
tus pobres labradores a tus reyes. 

Pedro Calderón de la Barca, 1600-1681.

lunes, 13 de mayo de 2013

Más allá


(...) Andabas por las playas de septiembre:
almendros, sal y conchas. Conocías
el vuelo de los pájaros marinos,
las caras de la arena, los dibujos
efímeros del agua entre las peñas.


Aprendiste los himnos de las olas
cantando jubilosas a la muerte.
Gaviotas, arrendotes. Conocías
la bóveda nocturna estrella
a estrella y les dabas mil nombres misteriosos,
helados, cristalinos, ya polvo en la memoria. (...)

Vicente Sabido: Sylva

domingo, 12 de mayo de 2013

Azul

Alexi Zaitsev
Bernhard Cutmann: Barcos de vela bretones, 1912
Lovis Corinth, (1858-1925):  Charlotte Berend-Corinth  en el balcón en Bordighera
Renoir: El Sena en Argenteuil, 1873

Emil Nolde: Flores blancas
Piet Mondrian
Ernst Ludwig Kirchner

viernes, 10 de mayo de 2013

Historia de un beso

Ayer nos dajaba el gran actor Alfredo Landa. Empecé a interesarme por su trabajo en la última década, gracias a las películas de José Luis Garci, uno de mis directores cinematográficos preferidos. Si bien, mi admiración por el actor creció al conocer su valentía al expresar sus ideas en un momento en que imperaba "el movimiento de la Zeja", a pesar de lo que implicase en ese campo profesional ir contra corriente.

Me gustó especialmente su entrañable interpretación en la deliciosa película Historia de un beso.

Desde aquí, este pequeño homenaje a un grande de la escena española:


jueves, 9 de mayo de 2013

Bucólico Bouguereau

William Adolphe Bouguereau, (1825-1905): Desayuno

William Adolphe Bouguereau, (1825-1905): Tazón
William Adolphe Bouguereau, (1825-1905): El limón
William Adolphe Bouguereau, (1825-1905): Naranjas
William Adolphe Bouguereau, (1825-1905): Uvas
William Adolphe Bouguereau, (1825-1905): Hermanas

miércoles, 8 de mayo de 2013

En azul

Armand Point

Azul como el delirio, azul como la hora
en que cruza tu sombra mi fiebre desvelada;
azul como el más bello cuento de Scherezada,
azul como la noche de una leyenda mora.

 
Alois Heinrich Priechenfried (1867 - 1953)

Azul como la llama convulsa que devora
la mirra alucinante de la orgía sagrada,
parece que de todo lo azul fuese formada
la veste que te ciñe sensual y triunfadora.

 
Mary Fairchild MacMonnies: La brisa, 1895

De cálidas neblinas irrigan un paisaje
fugaz y caprichoso los visos de tu traje;
el aire entre sus pliegues tornasola suspiros…

 
Alexandre Cabanel (1823–1889): El nacimiento de Venus, 1863

Y bajo la tormenta que aviva el sortilegio,
tu cuerpo resplandece, desnudo, lácteo, egregio,
prisionero en un móvil palacio de zafiros.

 
Carlos López Narváez (1897-1971)

martes, 7 de mayo de 2013

Del salón en el ángulo oscuro

Henry Raeburn: La marquesa de Northampton tocando el arpa
Del salón en el ángulo oscuro, 
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo, 
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas, 
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve 
que sabe arrancarlas!

¡Ay!, pensé: ¡cuántas veces el genio 
así duerme en el fondo del alma 
y una voz como Lázaro espera 
que le diga: »Levántate y anda«! 
Gustavo Adolfo Bécquer. 
William Beechey (1753-1839) Sarah Curran tocando el arpa, 1805
Gerard van Honthorst: El rey David tocando el arpa

lunes, 6 de mayo de 2013

Eloise H. Stannard: frutos de primavera

Eloise Harriet Stannard, (1828-1915): Cesta con frambuesas, grosellas y rosas, 1882
Eloise Harriet Stannard, (1828-1915): Rosas amarillas
Eloise Harriet Stannard, (1828-1915): Cesta de fresas, cerezas y mariposa, 1898
Eloise Harriet Stannard, (1828-1915): Fresas y grosellas en fuente de cristal

miércoles, 1 de mayo de 2013

Romance del prisionero

Frederic William Burton, (1816-1900)

Que por mayo era por mayo, 
cuando hace la calor, 
cuando los trigos encañan 
y están los campos en flor; 
cuando canta la calandria 
 y responde el ruiseñor; 
cuando los enamorados 
van a servir al amor; 
sino yo, triste, cuitado, 
que vivo en esta prisión, 
que ni sé cuándo es de día, 
ni cuándo las noches son, 
sino por una avecilla
que me cantaba al albor. 
Matómela un ballestero; 
déle Dios mal galardón. 

(Anónimo) 

William Henry Fisk: El secreto, 1858
Theodore Blake Wirgman: En el jardín