domingo, 28 de octubre de 2012

Madre



Dentro de nada, 
cuando me den permiso
las estúpidas fieras de mi tiempo, 
cumpliré una palabra que nunca me pediste. 
Te llevaré a París. 
Porque tal vez, entonces, 
en los Campos Elíseos 
o en las aguas del Sena, 
con Notre Dame al fondo o con la Torre Eiffel, 
veré de nuevo el brillo 
más joven de tus ojos, 
la luz adolescente que baja del tranvía 
con bolsas y comercios y saludos 
y poco más de veinte años. 

Hoy te recuerdo así, 
como los días sin colegio, 
bandera hermosa de un país difícil, 
lluvia delgada de los sábados. 
Nunca guardaste mucho para ti. 
Ni siquiera una noche, 
una ciudad o un viaje. 
Tu tiempo se sentaba en nuestra mesa 
y había que partirlo como el pan, 
entre tus hijos y tu miedo. 
Seis veces el temor 
a que la enfermedad, el vicio o la desgracia 
se quisieran sentar en nuestra mesa. 
No vayas a salir, a dónde vas ahora, 
hay que tener cuidado 
con los amores y las carreteras, 
deja ya la política 
o la gruta del lobo. 
Y sin embargo lo que no te atrevías a pedir 
duerme en el corazón de cada uno. 
Porque el amor se hereda 
como un abrigo sin botones, 
y a mí me gustaría acompañarte 
por los pasillos del museo, 
más obediente y repeinado, 
para encontrar en la Gioconda 
el sueño y la sonrisa 
de un carné de familia numerosa. 

Te llevaré a París 
o a la ciudad que duerme 
en la taza de té de tus meriendas, 
con tu cristalería de familia burguesa 
y más aspiraciones que dinero, 
con tus dientes manchados de carmín, 
con tus estudios de Filosofía 
y Letras, je m`apelle 
Elisa, j`ai cherché 
la lune, la mer, la vie,
la pluie, mon coeur, 
y todo se interrumpe. 
Sólo somos injustos de verdad 
cuando sabemos que el amor 
no pasará factura. 
Pero el cauce sin agua 
también puede llegar a desbordarse, 
como los ríos de Granada, 
y a tu lado me busca 
esta vieja nostalgia de ser bueno, 
de no ser yo, 
de conocer al hijo que mereces. 
Te llevaré a París. En mi recuerdo 
has aprendido algo 
de lo que te olvidaste en la vida: 
pedir por ti, andar por tus ciudades. 

Luis García Montero


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