lunes, 28 de mayo de 2012

Presencia de Dios



He entrado en unidad con la pradera;
camino del magnífico, entregado,
desplome de mi ser en lo divino.

He entrado en unidad con ese bosque
que es todo ruiseñor y es todo pena,
como el bosque que llevo en mis entrañas.

He entrado en unidad con el estío:
y sus turbias raíces del pecado
le han servido de tronco a mi azucena.

Me duelen como deben de dolerles
a los granos de arena las espumas,
como al fondo del mar, la gran turquesa.

Se llega a Dios por todos mis sentidos.
Se llega a Dios por todas mis heridas.
Se llega a Dios mirándome a los ojos.

Por las acequias rojas de mis venas
va la sangre moviendo el gran molino
de una oración enorme y sin palabras.

Se me ha quedado anoche, junto al alma,
abierto el portoncillo de la pena:
… y Dios estaba, con el sol primero,
sentado, allí, en las flores.

José María Pemán (1897-1981)

George Hillyard Swinstead (1860-1926)
El mensaje del ángel

2 comentarios:

  1. Acabo de entrar y me encuentro con esto; pero bueno ¿qué es esto?, la autora de este blog nos quiere "anestesiar" con tanta belleza, sino no me lo explico. Ni conocía el poema, ni conocía la pintura, y me he quedado "anestesiada" totalmente. ¡¡¡Lo has conseguido!!!, en serio, muy en serio, no cabe más elegancia, finura, delicadeza, primor...
    ¡¡¡Muchas gracias!!!, un beso y mil más...

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  2. Rosa, estamos rodeados de belleza. Sólo que son pocos los que saben descubrirla. A veces me la encuentro, la traigo aquí, y aparecen personas como tú que saben mirarla, valorarla y amarla.
    ¡Gracias, amiga!

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