jueves, 10 de mayo de 2012

Galdós y Madrid

Inserción publicitaria en el volumen de las
Obras inéditas de Galdós publicado en 1926

(Fuente: Santiago Fernández en bib.cervantesvirtual.com)

Placa conmemorativa
en Casa Botín
(...) De sobra es conocido el amor de Galdós ( 10 de mayo de 1843-1920) hacia Madrid. Canario de nacimiento, el 30 de septiembre de 1862 el joven Benito llegaba a la capital con la intención de cursar los estudios de Derecho. Algo que sólo pudo hacer a trancas y barrancas, y es que bien pronto descubriría que las calles de ese pueblo abigarrado encerraban muchas más enseñanzas que las aulas de la Universidad Central, donde "me distinguí por los frecuentes novillos que hacía". Fue tal el apasionamiento de Galdós hacia esta ciudad que jamás volvería a su tierra natal. De hecho, cuando Galdós, ya anciano y completamente ciego, accede a la petición de La esfera para publicar sus recuerdos bajo el título de Memorias de un desmemoriado, lo hará comenzando por su llegada a la Corte. Se trata de una serie de artículos conmovedores, sobre todo en aquellos pasajes en los que Galdós evoca sus paseos por un Madrid al que la ceguera le impide volver a mirar. Fue sin duda su gran amor, y desde luego el único que hizo público (y eso que Gregorio Marañón, amigo íntimo del literato, lo calificara en su momento como "gran mujeriego").

Plano del Madrid de los Austrias,
publicidad de Casa Botín.

En aquella segunda mitad del siglo XIX, como reflejaría en toda su obra, era Madrid un hervidero de revoluciones efímeras no exento, pues ahí seguían los restos del Imperio, de sentimiento patriótico (La Fontana de oro); era un Madrid provinciano y beato (Tormento), a la zaga distante de los avances ingleses, un epígono paleto de la moda del otro lado de los Pirineos. La fatuidad, sin embargo, de sus habitantes, convertía a la ciudad en un mosaico de falsas apariencias (La de Bringas), sus teatros se llenaban de damas encopetadas con remiendos milagrosamente apañados (La desheredada), de caballeros que mantenían a sus concubinas a costa de deudas de las que se enriquecían los usureros (la serie de Torquemada). Un Madrid de pordioseros (Misericordia), de flamencos y toros, de cesantes en la cola infinita de la burocracia (Miau). Aquella ciudad era un baile de máscaras que exigía un gran hombre para retratarla y dejarla a la posteridad. Un hombre, como Galdós, deslumbrado por la Comedia humana de Balzac, a quien descubrió en su primer viaje de 1867 a París

Portada de ABC
el día de la muerte de Galdós
Sin miedo a exagerar, se puede decir que la segunda mitad del siglo XIX en España, en concreto en Madrid, se conoce en sus intimidades básicamente por Benito Pérez Galdós, quien no contento con el reflejo de esas intrahistorias se lanzó también a la labor titánica de sus 26 Episodio Nacionales (...).

Puede leerse gran parte de la obra de Galdós aquí.

Plaza Mayor de Madrid desde Cava de san Miguel,
por Pilar Vidal (mi madre)

2 comentarios:

  1. Tú nos mueves a aprender con tu constancia y tu calidad en todo lo que nos dejas; tus elecciones siempre tienen rigor, por eso te agradezco tanto, aunque tarde, el haber descubierto este blog en el que me siento tan bien.
    Me encanta el dibujo de tu madre, sin duda, "de tal palo tal astilla", no falta detalle.
    Gracias por la calidad en tus entradas, seguro reflejo de algo mucho más importante como es el reflejo de una gran calidad humana.
    La palabra calidad define este blog, por eso se repite tanto.
    Un beso.

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  2. Eres muy amable, Rosa, pero creo que exageras. Soy yo la que aprende de blogs como los tuyos y que me sirven para "nutrir" este.
    Suerte la mía de contar con una amiga de calidad como tú.
    ¡Un millón de gracias!

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