viernes, 18 de enero de 2013

Las princesas primorosas se parecen mucho a ti

De pequeña memorizaba los poemas de Rubén Darío, no sé si por la costumbre de escuchar a mi abuela recitándome A Margarita Debayle, o por esa cantidad de palabras extrañas que me empujaban al diccionario para descubrir su significado: malaquita, azur, ormuz, hisípila, crisálida... Y ese mundo poblado de cisnes, rosas y princesas, que acabé aborreciendo en la adolescencia. Hoy que google nos recuerda un nuevo aniversario del nacimiento del nicaragüense, retorno a la infancia con algo de nostalgia.

Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:

Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.

 Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.

Hugh Williams: La luna en bote hacia el país de los sueños

Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
mas lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».

La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».

Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».

Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».

Sydney Long: Estrella solitaria, 1899

Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».

La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.

La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.

Armand Point

Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar
un cuento.

Rubén Darío, 18 de enero de 1867 - 6 de febrero de 1916.

5 comentarios:

  1. Precioso post
    me alegro de haber descubierto el blog
    te sigo desde ya
    besos
    http://dianadmoda.blogspot.com.es

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  2. Y no recuerdas también: "El varón que tiene corazón de lis/alma de querube/lengua celestial,/el mínimo y dulce Francisco de Asís/ está con un rudo y torvo animal.../? "Los motivos del lobo" Creo que todos los que amamos la poesía, en uno u otro momento, hemos leído a Rubén Darío.
    Un abrazo.

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  3. Lo puedo recitar de memoria,nos lo enseñó mi madre cuando éramos pequeñas.Mi abuela se llamaba Margarita y mi hermana también se llama así,me trae bonitos recuerdos...
    Gracias por traerlo hoy a mi memoria

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    1. Princesa, me alegro de que te haya traido buenos recuerdos.
      Un abrazo.

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