Si alguien hubiese dicho al pianista polaco que 200 años después de su nacimiento sería recordado como uno de los grandes de la historia de la música, no lo hubiese creído.
Decir Chopin, es decir piano, invitablemente. Melancolía, tristeza y dolor fueron plasmados en cada una se sus pequeñas composiciones.
En Mallorca, donde vivió con George Sand, compuso sus famosos preludios.
Pero dejemos que sea Sand quién describa su estado durante el "proceso creativo":
“El pobre genio era detestable como enfermo. Lo que yo había temido, aunque no demasiado, desdichadamente sucedió. Se desmoralizó del todo. Aunque era capaz de soportar el sufrimiento con bastante valor, no podía vencer los terrores de su imaginación, para él el claustro estaba poblado de fantasmas, hasta cuando se sentía bien. No decía nada, pero yo me daba cuenta. Cuando regresaba con mis hijos de mis exploraciones nocturnas por las ruinas, lo encontraba a las diez de la noche delante de su piano, pálido, con los ojos extraviados y los cabellos revueltos. Necesitaba unos minutos para reconocernos.
Enseguida hacía un esfuerzo para sonreír, y nos hacía escuchar las cosas sublimes que había compuesto, o, mejor dicho, las ideas terribles o desgarrantes que se habían apoderado de él, a pesar suyo, en esa hora de soledad, de tristeza y de terror".
(Historie de ma vie)
Muy agradecido a tu comentario, además de incorporar a Mi Siglo en la lista de tus blogs.
ResponderEliminarSeguiré Ars Vitae con interés.
Gracias de nuevo.
JJP
¡Precioso este blog!
ResponderEliminarEntro a devolverte tu visita que con tanto cariño me has hecho en unos momentos de convelecencia. Hoy he logrado ponerme ante el ordenador y aún tardaré un poco en retomar mi rutina habitual. Gracias por las palabras dedicadas y felicidades por esta gran página que seguiré. Un saludo afectuoso
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