A la brisa, a la abeja, a la hermosa
el rosal puede dedicar la rosa.
Al poeta, al grumete, a la doncella
la noche puede dedicar la estrella.
Si eres tú misma el rosal y las rosas,
la noche de mi verso y sus estrellas,
¿a quién dedicaré este breve cielo,
este arbusto, esta fuente, este desvelo?
Gerardo Diego
¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh!!!, entusiasmada, qué maravilla.
ResponderEliminarNo conocía este poema.
Inefable todo.
Que sepas que te lo robaré.
¡Mil gracias!
Un beso, querida amiga.
Qué delicado poema.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Precioso!
ResponderEliminarY la imagen, divina.
Besos
Un poema precioso...venir por aquí es encontrarse siempre con la poesía
ResponderEliminarUn Abrazo