Yo renuncié a la florida
locura de aquel amor.
¡Mas no renuncié al dolor
de esta herida!
Señor: llévate la miel
de mi ardor de juventud:
mas la flor de esta inquietud
no te la lleves con él:
que aquel infinito ardor
de mi pasión encendida
fue mi primera medida
de tu grandeza. Señor.
Señor: estuve tan loco
del amor… que de un modo blando
será mejor ir curando
el corazón, poco a poco.
No se hace el halcón airado,
Señor, tan pronto paloma…
de esta rosa que te he dado
deja que quede el aroma
de un recuerdo deshojado.
José María Pemán
¡Bella entrada!
ResponderEliminarPreciosas imágenes. Muchas Gracias
No conocía el poema, me encanta.
ResponderEliminarUn beso, amiga, y buena semana.
Precioso recuerdo
ResponderEliminarBesos
Que pases un día muy feliz.
ResponderEliminarUn beso.