jueves, 7 de agosto de 2014

Silenciosa y cubierta de polvo


Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! -pensé-. ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera 
que le diga: «Levántate y anda!» 

(Gustavo Adolfo Bécquer, Rima VII).


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