Cuando el cine logra hacerse vida y en ese camino toca la Belleza, entonces hay una obra de arte y después un clásico. Es el caso de Tierras de penumbra.
*Por Rocío Solís
C.S. Lewis, profesor de literatura de Oxford, es un escritor de gran reputación. Su fama no le ha hecho abandonar el estilo casi monacal en el que vive, en compañía de su hermano, totalmente desconectado de la vida real. Un día irrumpe en su vida Joy Gresham, una apasionada poetisa estadounidense admiradora suya que, de viaje por Inglaterra, desea conocerle en persona. Sus caracteres diametralmente opuestos no serán obstáculo para que surja una fortísima atracción intelectual que se irá transformando en algo más profundo, en vida, en amor, en desgarro.
El largometraje de Attenborough lleva al cine el ensayo del escritor C.S. Lewis Una pena en observación, en el que el poeta relata su propia biografía, su sufrimiento ante la muerte del ser querido. La grandeza de la historia podría haberse quedado en el tópico sin matices, sin profundidad, pero una magnífica dirección y sobre todo una magistral interpretación, provocan que el dolor del protagonista encarnado en Anthony Hopkins no sea fácil de olvidar después de los títulos de crédito, porque se trata del dolor de cada uno o de aquel que podríamos llegar a albergar cada uno de nosotros.
La película muestra el contraste entre el profesor ensimismado en su pensamiento, a gusto con la soledad que no implica y el vitalismo y pasión de la poeta que se involucra en todo . Y en ese encuentro de caminos surge la complicidad, la complementariedad, el descubrimiento por parte de Lewis de que merece la pena implicarse aunque para ello haya que aceptar de antemano el regusto del dolor. Un dolor que el académico conoce muy bien de teoría porque es materia de su trabajo (en sus conferencias señala que "el sufrimiento es el cincel que Dios emplea para perfeccionar al hombre") pero que no sabrá ponerle palabras cuando lo sienta en su propia carne.
Y es aquí cuando se despliega lo más interesante de Tierras de penumbra, el sufrimiento atroz de la ausencia del ser amado y la búsqueda incesante de la explicación. Para ello evita con decisión la tendencia hacia el exceso melodramático propio de la historia, a través de un punto de vista en el que la reflexión domina siempre sobre el sentimentalismo. Y esa meditación no quita intensidad sino que la llena de sentido.
Esa reflexión hecha vida se contrapone con las lecciones de Lewis en la tarima, antes de sufrir, antes de amar. Ahora la dialéctica no encandila los oídos, es el silencio quien busca la respuesta. Se ve bien en la escena en la que el escritor llora desconsolado junto al hijo de Joy en el desván, y lo único que logran decir es que ansían verla. Eso es el dolor ante la muerte. La necesidad imperante de volver a ver a quien sabes que no volverás a contemplar aquí. Lo demás son músicas celestiales. Lewis comprende la muerte, todos podemos llegar a comprender la muerte, pero no sus consecuencias, no su ausencia hecha presencia para los que siguen viviendo. ¿Cómo se entiende que te quedes sin los momentos de la persona amada? es más ¿cómo comprender que esa persona no tenga la oportunidad nunca más de esos momentos que aspiraba? Y es aquí, en el dolor que quita la respiración, cuando el hombre se queda a solas, frente a frente, con Dios. Y Dios no da explicaciones, no nos pasa la mano por la espalda, no es un consuelo. Dios nomete en otro mundo, en otra lógica, que misteriosamente comprendemos... en silencio.
Interesantísimo post, una gran película. Gracias.
ResponderEliminarTe invitamos, si no lo has hecho ya, a que participes en la encuesta-compromiso de oración que hemos subido al lateral del blog, y también a que la difundas desde tu espacio para que seamos muchos blogueros unidos en la oración por el Santo Padre y el éxito de la JMJ 2011.
Gracias por tu apoyo.
Un abrazo.
Por supuesto, me uno encantada a tu estupendo blog. ¡Muchas gracias por dar a conocer esta buena iniciativa!
ResponderEliminar¡Saludos!
Qué bonita la película!
ResponderEliminarGracias por recordarla.