viernes, 30 de agosto de 2013

El estío

Gaston de La Touche (1854-1913): El cenador
 
Hermosa fuente que al vecino río
sonora envías tu cristal undoso,
y tú, blanda cual sueño venturoso,
yerba empapada en matinal rocío:

Pavel Chmarov

augusta soledad del bosque umbrío
que da y protege el álamo frondoso,
amparad de verano riguroso
al inocente y fiel rebaño mío.

Edward Cucuel: Flores silvestres

Que ya el suelo feraz de la campiña
selló Julio con planta abrasadora
y su verdura a marchitar empieza;

Ken Gillespie: Viñedos

y alegre ve la pampanosa viña
en sus yemas la savia bienhechora
nuncio feliz de la otoñal riqueza.

(José Joaquín de Mora, 1783–1864)

lunes, 26 de agosto de 2013

Jardín

Thomas Edwin Mostyn: El jardín encantado, 1914
Llueven estrellas de agua
sobre el jardín amarillo;
las hojas tiemblan la luz
de las lunas de estos siglos.

El cielo azul está negro
de tristezas y de fríos,
las flores son de otros árboles,
los pájaros de otros nidos.

Claude Monet: Jardín de Giverny, 1900
Habrá, bajo un cielo claro,
un mágico paraíso
con flores rosas, con dulces
ruiseñores cristalinos...

La luna rosa está sola
naciendo en un abanico,
entre unos sauces de ensueño,
sobre el remanso de un río.

Pierre-Auguste Renoir
Éstos son árboles yertos,
éstos son nidos vacíos...
¡Nocturnos de primavera!,
¡fuentes, rosas, lunas, lirios!

... El oro triste y con lágrimas,
cuando el agua se ha dormido,
tiembla al paso de la brisa
con un temblor diamantino.

Émile Nolde: Jardín de flores, 1908
 -Las dulces sienes con agua
saben de romanticismos;
un tono de corazones
melancólicos y místicos-.

Entonces el agua cae
sobre los ojos marchitos
y da sueño a las tristezas
y es amor y quita el frío...

Gustav Klimt, (1862-1918): Jardín, 1907

Y hasta hace soñar con un
ruiseñor doliente y lírico,
que canta sobre la luna,
en el remanso de un río...

(Juan Ramón Jiménez
Jardines místicos, poema XXX)

jueves, 22 de agosto de 2013

Claude Debussy



(Fuente: ABC.es)

El 22 de agosto de 1862 nacía en Saint-Germain-en-Laye (Francia) Claude-Achille Debussy, que se convertiría en uno de los músicos claves de la época. De estilo impresionista, se convertiría en el compositor que marcó la ruptura y renovación clásica, quizás comparable con Maurice Ravel
Desde pequeño empezó a recibir lecciones de solfeo y piano y con sólo 10 años entró en el Conservatorio de París. Más tarde recibió influencias de Wagner

Como músico importante en la transición del siglo XIX al XX, Google ha preparado por su 151º aniversario un «doodle» dinámico de la época, en el que se puede apreciar en la noche elementos como uno de los primeros automóviles, un barco, un zeppelin y una bonita escena final bajo la lluvia y la luna, posiblemente parisina. 
Precisamente, en París falleció Claude Debussy el 25 de marzo de 1918 tras varios años con cáncer. 



martes, 20 de agosto de 2013

Oda al verano



Verano, violín rojo,
nube clara,
un zumbido
de sierra
o de cigarra
te precede,
el cielo
abovedado,
liso, luciente como
un ojo,
y bajo su mirada,
verano,
pez del cielo
infinito,
élitro lisonjero,
perezoso
letargo,
barriguita
de abeja,
sol endiablado,
sol terrible y paterno,
sudoroso
como un buey trabajando,
sol seco
en la cabeza
como un inesperado
garrotazo,
sol de la sed
andando
por la arena,
verano,
mar desierto,
el minero
de azufre
se llena
de sudor amarillo,  
el aviador
recorre
rayo a rayo
el sol celeste,
sudor
negro
resbala
de la frente
a los ojos
en la mina
de Lota,
el minero
se restriega
la frente
negra,
arden
las sementeras,
cruje
el trigo,
insectos
azules
buscan
sombra,
tocan
la frescura,
sumergen
la cabeza
en un diamante.


Oh, verano
abundante,
carro
de
manzanas
maduras,
boca
de fresa
en la verdura, labios
de ciruela salvaje,
caminos
de suave polvo
encima del polvo,
mediodía,
tambor
de cobre rojo,
y en la tarde
descansa
el fuego,
el aire
hace bailar
el trébol, entra
en la usina desierta,
sube
una estrella
fresca
por el cielo
sombrío,
crepita
sin quemarse
la noche
del verano.

Pablo Neruda

viernes, 9 de agosto de 2013

Ímpetu


Mas no todo ha de ser ruina y vacío. 
No todo desescombro ni deshielo. 
Encima de este hombro llevo el cielo, 
y encima de este otro, un ancho río 


de entusiasmo. Y, en medio, el cuerpo mío, 
árbol de luz gritando desde el suelo. 
Y, entre raíz mortal, fronda de anhelo, 
mi corazón en pie, rayo sombrío. 

 
 Sólo el ansia me vence. Pero avanzo 
sin dudar, sobre abismos infinitos, 
con la mano tendida: si no alcanzo 

 
con la mano, ¡ya alcanzaré con gritos! 
y sigo, siempre, en pie, y así, me lanzo 
al mar, desde una fronda de apetitos. 

Blas de Otero.
De Ángel fieramente humano, 1950.